Por Iván Navas. Agosto 14, 2017
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Hahnemann había descubierto las propiedades curativas de los medicamentos y como aplicarlas según su semejanza e individualidad, pero ignoraba la dosis. Al comienzo administró el medicamento en cantidades masivas, como se acostumbraba en la medicina tradicional, desencadenándole al paciente fuertes agravaciones al ser la acción del medicamento semejante a los síntomas de la enfermedad. Entonces, decidió disminuir la dosis.
Ciertas medicinas, incluso en pequeñas cantidades, aún generaban agravación de los síntomas, y meditando sobre esto tuvo la idea de diluir una gota de la sustancia en 99 gotas de alcohol y agitar la mezcla con fuerza, golpeando el frasco en un lugar duro y elástico 100 veces, con la finalidad, al parecer, de asegurarse que la solución estuviera bien mezclada.
Como algunos enfermos todavía agravaban con esta dilución, tomó una gota de ella y la diluyó en 99 gotas de alcohol, dándole nuevamente 100 golpes. Llamó a cada dilución primera y segunda centesimal respectivamente, y continuó diluyendo las medicinas en la misma proporción hasta la 6, 12 y 30 centesimal (Hahnemann, 1910, págs. 297-298).
Hahnemann observó que los medicamentos así preparados ya no curaban por su masa, sino por la energía o fuerza que se desencadenaba en ellos. Y esto es comprensible porque las diluciones y sacudidas, o las trituraciones sucesivas (aplastamiento continuo y circular en un mortero, de una parte de la sustancia en cien partes de lactosa, durante una hora) generan la disgregación molecular de las sustancias, liberando su energía. Este proceso de diluir y sacudir, o triturar, lo llamó dinamización. Explica Hahnemann en la nota del parágrafo 11 del Organón:
“Una pequeña dosis de un medicamento dinamizado de la mejor manera expresa, en el caso adecuado, mucha más fuerza curativa que grandes dosis de este mismo medicamento (no dinamizado). Según los cálculos, en ella se encuentra tan poca sustancia material, que su pequeñez ya no puede ser imaginada ni comprendida por la mejor mente matemática[1]. Cada dosis pequeña solo puede contener la fuerza medicinal pura, como de índole espiritual, libremente revelada. Únicamente en forma dinámica puede lograr los grandes efectos, como nunca pueden por la sustancia medicinal cruda, aún si se toma en grandes dosis… Y actúa en forma más intensa cuanto más libre e inmaterial se haya vuelto mediante la dinamización” (Hahnemann, 2008, pág. 141).
Es así que mientras más se dinamiza el medicamento, más rápido, profundo y permanente es su acción, tanto en los síntomas físicos como en los mentales del enfermo, es decir, en la totalidad de sus síntomas (Hahnemann, 2008, pág. 152).
Sí es sorprendente lo que Hahnemann logró descubrir para su época, no lo es menos el leer los mismos conceptos, aunque no igualmente desarrollados, en Paracelso, quien 300 años antes de Hahnemann escribió:
“Aquello que el ojo percibe en una hierba no es la medicina, ni lo que ve en las piedras y los árboles. El ojo solo ve el mineral; pero dentro del mineral se oculta la medicina. Primero que todo, pues, debe apartarse de la medicina el mineral. Hecho esto, se encontrará preparada para el uso de la medicina… De ahí resulta evidente que la quintaesencia[2], por decirlo así, es una naturaleza, una fuerza, una virtud, que una vez estuvo encerrada dentro de las cosas, pero libre ahora de todo domicilio y de toda incorporación exterior… El hecho de que la quintaesencia cure todas las dolencias… surge de una propiedad innata, a saber, su gran limpieza y pureza, mediante las cuales, de modo maravilloso, restituye el cuerpo a su propia pureza y lo cambia enteramente” (Perry, 1995, págs. 33-34).
Los procedimientos que utilizó Paracelso en la elaboración de los medicamentos fueron: “la destilación, la resolución, la putrefacción, la extracción, la calcinación, la reverberación, la sublimación, la fijación, la separación, la reducción, la coagulación, la tintura y otros semejantes” (Perry, 1995, pág. 50), varios de ellos empleados en homeopatía, pero sin su siguiente paso, la dinamización. Respecto a la reducción, Paracelso utilizaba de la sustancia una veinticuatroava parte de una gota, que le llamó “Karena” (Marzetti, 1976, pág. 29).
También Roa Tro (médico acupunturista chino, que aplicaba uno o dos puntos a lo sumo, similar al unicismo en homeopatía, 125 – 225), además de la acupuntura, empleó pequeñas dosis de los venenos que eran capaces de provocar síntomas semejantes a los observados en los enfermos; y por primera vez utilizó el sudor diluido de animales domésticos enfermos en otros igualmente afectados, procedimiento último que se conoce como isopatía (Marzetti, 1976, págs. 27-28).
La cantidad de disolvente y de sustancia medicamentosa, y el número de sacudidas, hace que existan diferentes escalas en la preparación de los medicamentos homeopáticos, siendo las principales:
1. Centesimal: Como ya se explicó, en cada dinamización se disuelve una gota de la sustancia en 99 gotas de alcohol y se sacude 100 veces el frasco[3]. Fue dada por Hahnemann y expuesta hasta la quinta edición del Organón. Actualmente es la más utilizada, indicándose con la letra “C” o “CH”.
2. Cincuentamilesimal: Consiste en impregnar con una gota del medicamento, previamente triturado por tres horas y diluido, 500 glóbulos muy pequeños de lactosa (100 glóbulos deben pesar un grano o 065 gramos) y luego disolver un solo glóbulo impregnado en 100 gotas de alcohol, sacudiendo 100 veces el frasco. Hahnemann la describe detalladamente en la sexta edición del Organón, parágrafo 270. Se indica principalmente como L/M o 0/#, significando el cero la forma redonda del globulito, y el denominador el número de la dinamización.
3. Decimal: Constantino Hering (médico homeópata alemán, 1800 – 1880) creó esta escala, que consiste en diluir una gota de la sustancia en 9 gotas de alcohol y sucusionar el frasco 10 veces, en cada dinamización. Se representa con las letras “D” o “X” a continuación del número que expresa la dinamodilución (Morales, 2007, pág. 66).
4. Korsakovianas: Fue desarrollada por Korsakov (noble ucraniano, que sin ser médico, practicó inicialmente la medicina convencional y luego la homeopatía. 1787 – 1853). Se le conoce como el “método del frasco único” porque utiliza un solo frasco para preparar todas las dinamizaciones, a diferencia de las demás escalas que usan un frasco nuevo en cada dinamización. A pesar de la ventaja de economizar frascos, por su imprecisión no es muy aceptada actualmente. Se indica con la letra “K”; y su procedimiento es el siguiente:
“Se pone en un frasco una cantidad X de una tintura o dilución determinada, se sucusiona 200 veces y luego se vacía el frasco, llenándolo de nuevo con una cantidad de agua o alcohol igual a la de la tintura o dilución inicialmente introducida; se agita de nuevo y después se vacía el frasco por segunda vez, volviendo a llenarlo. Estas operaciones se suceden idénticas en el mismo orden tantas veces se desee” (Morales, 2007, pág. 67).
Los medicamentos preparados se marcan con el nombre de la sustancia, seguido del número de las dinamizaciones realizadas y la representación de la escala. Por ejemplo, un frasco etiquetado como Aconitum 30 C, significa que contiene el medicamento Aconitum, dinamizado 30 veces aplicando la escala centesimal.
Los medicamentos homeopáticos se pueden suministrar en dosis única, es decir, se da al enfermo una sola toma del medicamento y se deja actuar por días o semanas hasta agotar su acción, después del cual se repite la toma si es necesario; o en dosis repetidas, 1, 2 o más veces al día según el caso, generalmente con medicamentos en escala cincuentamilesimal.
La condición de Hahnemann para repetir el medicamento es siempre agitar el frasco 8, 10 o 12 veces antes de cada toma, con la intención de aumentar el grado de potencia del medicamento, porque, como dice en el parágrafo 247 del Organón:
“La dosis anterior ya provocó el cambio del principio vital que se debía esperar. Una segunda dosis con la misma dinamización del mismo medicamento, por lo tanto, no puede actuar de igual manera sobre el principio vital. Mediante una dosis sin modificar el enfermo puede enfermarse de otra manera, en realidad más de lo que ya estaba” (Hahnemann, 2008, pág. 343).
Por eso se le indica al paciente agitar el medicamento líquido antes de cada toma, ya sea cogiendo el frasco con una mano y golpeándolo contra la otra 8 a 10 veces, o revolviéndolo en el vaso con una cucharita si está disuelto en agua.
Y para aprovechar el aumento de energía dado al medicamento al agitarlo durante su toma, el paciente debe dejar en el frasco unas cuantas gotas para la próxima consulta, que serán utilizadas por el médico en la preparación del medicamento, si considera conveniente repetirlo.
Además de las anteriores recomendaciones, el medicamento homeopático debe tomarse preferiblemente alejado de las comidas, al menos 30 minutos antes o una hora después, para evitar que algún alimento o condimento interfiera en su acción; y aplicarlo debajo de la lengua, ya que al ser una zona rica en terminaciones nerviosas permite una mayor acción del medicamento.
Para una síntesis del tema, ver el “Resumen de los principios o fundamentos de la homeopatía“.
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[1] Se considera que cualquier medicamento diluido por encima de la 24 decimal o 12 centesimal, contiene menos de una molécula del soluto original, al haber sobrepasado el número de Avogadro. Sin embargo, dice Flores Toledo, médico homeópata mexicano, que “el medicamento homeopático dinamo-diluido es un medicamento físico, no químico, estable, de forma y lugar definidos dentro del solvente, y éste no es una parte inactiva del medicamento, es realmente el medicamento, que por su alta polaridad permite formar cristales líquidos inducidos por el soluto, los cuales permanecen aún después de que éste desaparezca por las sucesivas diluciones” (Hahnemann, 2004, pág. 147).
[2] En la edad media, la quintaesencia era un elemento hipotético, también denominado éter. Se le consideraba un hipotético quinto elemento o «quinta esencia» de la naturaleza, junto a los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, fuego y aire (Wikipedia, 2017).
[3] Hahnemann fue variando el número de sucusiones según su experiencia.
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Referencias
Hahnemann, S. (1910). Organón del arte de curar (Quinta ed.). (H. G. Perez, Trad.) México D. F., México: Berbera Editores S. A.
Hahnemann, S. (2004). El Organón de la Medicina. (D. Flores Toledo, Trad.) México, D. F.: Instituto Politécnico Nacional.
Hahnemann, S. (2008). Organón del arte de curar. (R. Pirra, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Copyright RGP.
Marzetti, R. (1976). Lo Fundamental en Homeopatía, su Teoría y Práctica. Buenos Aires, Argentina: Climent.
Morales, R. (2007). Síntesis de farmacia homeopática. Farmacopraxia. Oaxaca, México: Carteles Editores-PGO.
Perry, W. (1995). La alquimia en la homeopatía. Barcelona, España: Libergraf, S. L.
Wikipedia. (Abril de 2017). Wikipedia, la enciclopedia libre. Obtenido de https://es.wikipedia.org
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