Por Iván Navas. Agosto 27, 2017
Como se comentó en el diagnóstico integral, es necesario valorar la posibilidad curativa, determinar si el paciente es curable o no con el fin de establecer el tipo de tratamiento, ya sea para curar o solamente paliar y, según el caso, corregir los obstáculos que lo hagan incurable.
El concepto de incurabilidad difiere según la tendencia médica. En alopatía es la incapacidad de curar una entidad nosológica específica (diabetes, hipertensión, cáncer, etc.). En homeopatía es la imposibilidad de restablecer el equilibrio psicofísicosocial del enfermo. Conforme a Sánchez Ortega, se pueden presentar los siguientes tipos de incurabilidad (Sánchez, 1992, págs. 603-606):
Según el daño orgánico:
- Parcial o relativa.
- Total o completa.
- Absoluta o a corto plazo.
Según factores externos o emotivos:
- Temporal.
- Persistente o a largo plazo.
- Definitiva.
1. Parcial o relativa
“Es aquella que concierne a una parte del sujeto, por ejemplo, un miembro anquilosado (paralizado), o un órgano interno que ya no tiene la posibilidad de funcionar en la integridad del ser, en forma normal” (Sánchez, 1992, pág. 603). También puede deberse a la amputación de un órgano o una parte del cuerpo. Algunas veces la homeopatía logra restituir órganos en mal estado, por lo que se debe valorar bien la posibilidad de curación del enfermo para no terminar amputando sin necesidad (Sánchez, 2000, pág. 15).
Tratamiento: “Debemos esperar, fundamentalmente a través de un placebo y realizando una observación cuidadosa, para intervenir tan pronto sea adecuado” (Sánchez, 1992, pág. 605).
2. Total o completa
“Es cuando está afectada la totalidad del organismo, la totalidad del ser. Afecta a lo general, a un sistema o a un aparato, en donde ya ha habido lesiones irreversibles, atrofias, estados degenerativos, etc.”… o en lo mental (trastornos psíquicos profundos e irreversibles), pero que permiten al enfermo vivir, ya sea a largo o a corto plazo (Sánchez, 1992, pág. 603). Para su tratamiento:
“Debemos más que nada, observar el momento oportuno de intervenir, y tratar de comenzar el tratamiento con lo más superficial, en el sentido miasmático, como siempre debe hacerse, con la seguridad de que vamos a quitar una pequeña capa, sin provocar grandes reacciones (este es el mayor cuidado que se debe tener)… como lo haría un medicamento de acción profunda, malgastando innecesariamente la fuerza vital” (Sánchez, 1992, págs. 605-606).
3. Absoluta o a corto plazo
Es cuando el organismo se deteriora de manera muy evidente sin posibilidad de detener ese proceso. No hay ninguna posibilidad curativa, con lesiones destructivas y una fuerza vital con reacción nula, sin poderla estimular de alguna forma (Sánchez, 1992, pág. 603).
Tratamiento: “Solo debemos paliar[1] (este es el único caso en que se debe siempre paliar). La paliación debe ser con medicamentos de acción superficial y de baja potencia, casi siempre, ayudando a bien morir a nuestro paciente” (Sánchez, 1992, pág. 606). Si es muy importante y trascendente ayudar a una persona a bien vivir, también es muy importante y trascendente ayudar a un enfermo incurable a bien morir. El medicamento homeopático lo va a predisponer a la terminación del cuerpo y a la liberación del espíritu (Sánchez, 2000, pág. 14).
4. Temporal
“Es cuando se considera, en ese momento existencial, ligado a alguna circunstancia u obstáculo que le imposibilita la curación” (Alcover, 1985, pág. 16). “Algunas veces se debe al medio ambiente que le es adverso a la persona” (Sánchez, 2000, pág. 16); otras, por efectos de drogas, como los tratamientos alopáticos, que imposibilitan establecer un tratamiento curativo debido a que, primero, se está suprimiendo una respuesta defensiva del cuerpo; segundo, no se puede ver la verdadera enfermedad y, por lo tanto, no se puede tratar; y tercero, se está creando o manteniendo una enfermedad medicamentosa (Sánchez, 1992, págs. 603-604).
Tratamiento: “Es conveniente dar inicialmente un placebo, para que el paciente elimine esas sustancias” (Sánchez, 1992, pág. 604). Solo se podrá actuar homeopáticamente sobre los pocos síntomas observables de la verdadera enfermedad que escapen de la supresión. Evidentemente se tendrá un efecto parcial, paliativo, que no permite curar realmente al enfermo (Sánchez, 1992, pág. 494).
“Además, se debe conocer el medicamento alopático en lo que se refiere a su forma de acción, su tiempo de acción, etc… También observar la biopatografía, es decir, los diferentes estadios que ha vivido el enfermo. Como fue el padecimiento inicialmente, como es el presente del mismo, cuáles han sido los cambios; para que nosotros sepamos dilucidar el momento en que esa incurabilidad termine o esté por terminar y, entonces, intervenir procurando la curación” (Sánchez, 1992, págs. 604-606).
5. Persistente o a largo plazo
Se presenta por penas o sufrimientos importantes que vive o que perduran en el paciente y que no puede o no quiere superar, desviando su vitalidad y sus funciones orgánicas del cauce que le corresponden, ya sea de manera total o parcial (Sánchez, 1992, pág. 604).
“Cuando no nos desvía totalmente, a veces en forma imperceptible nos podemos habituar a ese camino y, aferrándonos a él, transformar nuestra “forma de ser”, de pensar, de querer, de reaccionar, de trabajar, etc., como en el caso de los hábitos destructivos (tabaquismo, alcoholismo, etc.)… Cuando no se logra que estos pacientes concienticen sus cualidades defectivas, de cómo se han aferrado a una patología especialmente psíquica, y no se dan cuenta en donde han desviado su vida, caemos en la llamada incurabilidad persistente” (Sánchez, 1992, págs. 604-605).
No se puede pretender alcanzar resultados solo con los medicamentos homeopáticos en estos enfermos. Si él está sufriendo continuas penas que no trata de superar, se hace incurable. “¿Cómo puede curarse una señora que es infeliz tanto moral como sexualmente con su marido y que, además, la engaña continuamente, si ella no está dispuesta a cambiar de vida y dejarlo para no perder su estatus económico y social que solo tendrá con él?” (Sánchez, 2000, pág. 16). Esto también lo menciona Hahnemann en uno de los parágrafos de su libro “Enfermedades Crónicas”, que dice:
“La situación del enfermo no tiene remedio, si él no tiene bastante filosofía, religión, o dominio sobre sí mismo como para soportar con paciencia y tranquilidad los padecimientos y la fatalidad, entonces… es mejor abstenerse de tratar la enfermedad crónica y abandonar al enfermo a su suerte, porque, aun el tratamiento mejor dirigido, con los remedios más selectos y más apropiados a los padecimientos físicos, no puede arreglar absolutamente nada en un enfermo crónico presa de pesares y disgustos continuos, en una economía vital que es destruida por permanentes ataques al ánimo” (Hahnemann, 1999, pág. 140).
Tratamiento: Primero, buscar que el paciente rectifique su manera de pensar y su conducta por medio de una psicoterapia adecuada, para que tome conciencia de su conflicto y encuentre las soluciones; y segundo, dar el medicamento homeopático indicado hacia el miasma actuante (Sánchez, 1992, pág. 606).
6. Definitiva
Es cuando el paciente no se quiere curar. Tiene la idea de dirigirse a la destrucción y a la negación de la vida. El deterioro se encuentra más en la intimidad del ser, en su voluntad. “Es posible que el individuo no muera pronto, pero ese ser humano ya no vive ni está integrado a ese movimiento continuo de expansión… se encuentra muerto en vida, con lesiones ostensibles o sin ellas” (Sánchez, 1992, pág. 605).
Esta forma abarca la totalidad del ser pero de arriba a abajo, de lo psíquico, intelectivo, anímico y volitivo hacia lo orgánico. Como en la esclerosis múltiple, que en muchos casos es el resultado de que en la mente ya no hay el incentivo de la evolución y de la vida, ya no hay la esperanza. También se puede dar en la drogadicción y en muchos otros problemas, tales como en una ataxia, una siringomielia, una neoplasia cerebral, etc. (Sánchez, 1992, pág. 605).
Tratamiento: “Quedará poco por hacer… Sin embargo, atenuando lo miasmático como vayan surgiendo en manifestaciones, es posible que el individuo tenga posibilidades de ir curándose” (Sánchez, 1992, pág. 606).
[1] La paliación es un procedimiento y determinación terapéutica que el médico hace cuando considera que no es posible la curación y que procede a aliviar, atenuar exclusivamente o disminuir los sufrimientos del paciente. Estará indicada, primero, cuando la patología sea verdaderamente tan profunda e irreversible que no permita suponer que la naturaleza pueda restablecer la salud; segundo, cuando la vitalidad es muy débil frente a una gran patología; y tercero, lo predominante del estado morboso, que urge atenuar o suprimir los síntomas que están produciendo el mayor sufrimiento del paciente (Sánchez, 1992, págs. 599-600).
Referencias
Alcover, G. (1985). Conceptos Doctrinarios y Observaciones Clínicas en la Medicina Homeopática Introducidos o Desarrollados por el Maestro Proceso S. Ortega. México D. F.: Homeopatía de México A. C.
Hahnemann, S. (1999). Las Enfermedades Crónicas, su Naturaleza Peculiar y su Curación Homeopática. (C. Viqueira, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Tomás P. Paschero.
Sánchez, P. (1992). Introducción a la Medicina Homeopática, Teoría y Técnica. México D. F.: Novarte.
Sánchez, P. (2000). Puntualización de la Clínica Integral Homeopática, Considerando lo Miasmático – Cuernavaca, Morelos, 1990. En P. Sánchez, Aplicación Práctica de la Clínica Integral Homeopática Considerando lo Miasmático (págs. 1-24). México D. F.: Homeopatía de México A. C.