Por Iván Navas. Agosto 11, 2025
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El Carbón vegetal o carbón de leña, no tiene olor ni sabor, es enteramente negro, muy poroso y ligero, de quebradura brillante. Para su preparación se recomienda utilizar el carbón proveniente de maderas blancas, sobre todo de abedul. Al ponerlos al fuego no deben despedir humo ni mal olor. Se tritura con azúcar de leche conforme a la regla 7ª. Su patogenesia se encuentra en el “Tratado de las Enfermedades Crónicas” de Hahnemann (Uribe).
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Síntomas característicos
1. Ansiedad: de conciencia, en presencia de extraños, por anticipación, con temor, por el futuro, cerrando los ojos, por dolores, durante la fiebre o la transpiración, con calor y con congestión en la cabeza, con calor en la cara, por presión en el pecho, en el fallo cardíaco congestivo, en paroxismos, comiendo, al anochecer, en la cama, al despertar. Ilusiones: ansiosas, que ha cometido un crimen, que es un criminal. Inquietud: ansiosa, por miedo, durante el calor febril y el escalofrío, impulsándolo fuera de la cama, revolviéndose en la cama, en compañía. Miedo: de la gente, de los extraños, de aparecer en público, de accidentes, al cerrar los ojos, de los fantasmas, del mal, de la muerte (durante síntomas cardíacos). Remordimiento, prejuicios (tradicionales), demasiado ocupado con la religión.
“En la mente y en su conducta sucede lo mismo que en lo físico, frialdad externa y ardor interno. Carbo vegetabilis se presenta como una persona fría, indiferente, tal vez el más indiferente de la materia médica, figurando con tres puntos en “Indiferencia a todo” … En Carbo vegetabilis lo que arde se llama abandono, ansiedad de conciencia y falta de confianza. Si en nuestro idioma hubiese una sola palabra que resumiera esas tres sensaciones, podríamos decir que esa es la brasa encendida de Carbo vegetabilis. Estamos acostumbrados a leer sobre los tormentos ardientes de la culpa, y ese parece ser el punto de partida de su sufrimiento, pero unido a la sensación de haber sido abandonado (¿cómo castigo?) y por ello con gran falta de confianza, especialmente con los extraños, lo que explica muchos síntomas relacionados con los extraños. Así, por ejemplo, en el repertorio veremos: ansiedad en presencia de extraños, miedo a los extraños, timidez para aparecer y hablar en público, y timidez en compañía” (Bronfman).
“La ansiedad de conciencia es vivida con remordimientos, y como muchos culposos de la materia médica, y como tantas personas que encontramos en el diario vivir, muestran lo contrario: los prejuicios, a los que en el repertorio Barthel los ha llamado acertadamente “prejuicios tradicionales”. Son los que se muestran prejuiciosos y moralistas por sentir en lo más profundo de su ser, todo lo contrario. Por esa misma razón presenta devoción religiosa” (Bronfman).
“Carbo vegetabilis es complementario de Arsenicum y Phosphorus. Pacientes que han respondido a estos remedios experimentan gran alivio de sus ansiedades, pero entonces la enfermedad se localiza en el tracto digestivo y causa distensión severa. Se olvidan por completo de sus viejos miedos y ansiedades y fijan su atención solamente en la distensión. Es una situación en la que probablemente Carbo vegetabilis irá bien” (Vithoulkas).
2. Embotamiento o dificultad para pensar y comprender: con somnolencia, leyendo, estudiando, por aire húmedo, durante el calor febril, con cefalea, en niños. Postración de la mente, aversión a pensar, agrava con el esfuerzo mental (imposible), concentración difícil, debilidad de la memoria, olvidadizo, pereza o indolencia (con somnolencia), lentitud, contesta lentamente o incorrectamente o en forma irrelevante. Confusión mental: por esfuerzo mental, como si estuviera embriagado, como en un sueño, cuando está acostado, le obliga a despertarse, con vértigo. Inconsciencia: seminconsciencia, yace como muerto, acostado, al levantarse.
“La indolencia se manifiesta en el nivel mental como embotamiento. La mente es lenta en comprender. El paciente no puede concentrarse, no puede realizar el trabajo habitual. Debido a que la mente no funciona adecuadamente, hay indecisión. Esta situación parece deberse a una insuficiente oxigenación cerebral. La circulación es lenta, de forma que no llega suficiente oxígeno al cerebro. Es interesante saber que hay periodos de pérdida de memoria en Carbo vegetabilis. El paciente súbitamente pierde la memoria por un tiempo, para recuperarla después de forma igualmente súbita. De nuevo, es como si la circulación estuviera temporalmente comprometida” (Vithoulkas).
3. Debilidad y colapso. Debilidad: durante las enfermedades agudas, súbita, por dolor, durante el escalofrío y la fiebre, por transpiración, durante la hemorragia, por epistaxis, durante la cefalea, por insolación, por frialdad, por pérdida de fluidos, después de la defecación, por diarrea, durante la menstruación, después del parto, en mujeres que amamantan, por cuidar y permanecer con una persona enferma, por esfuerzo mental, por un ligero esfuerzo, después de comer, acostado, al caminar (al aire libre), después de cualquier exceso, por abuso de medicina alopática, por operación, en la diabetes mellitus, en cáncer, como de desmayo, con desmayo, trémula o tembladora, nerviosa, paralítica (deslizándose hacia abajo en la cama por una posición de medio sentado), en niños, en gente mayor.
Colapso: con frialdad, después de la diarrea, de la fiebre tifoidea, acompañado de cólera asiático, después de la viruela; con fiebre continua congestiva. Pulso: pequeño, blando o suave, imperceptible, muy rápido. Cara hipocrática, con expresión: ansiosa, sufriente, enfermiza, trasnochada, demacrada, cadavérica.
“La debilidad de Carbo vegetabilis no es sobrepasada por ningún otro medicamento. Este, junto con Arsenicum y Muriaticum acidum forman un trío de remedios que, empleados de acuerdo con indicaciones bien conocidas, han arrebatado a muchos pacientes de las mismas garras de la muerte. He aquí el cuadro de Carbo vegetabilis: fuerzas vitales casi agotadas, toda la piel fría, especialmente desde las rodillas hasta los pies; reposa inmóvil, como si estuviera muerto; aliento frío; pulso intermitente y filiforme; sudor frío en los miembros. Esta es, verdaderamente, una situación desesperada. Agreguemos todavía a esos síntomas que la sangre se estanca en los capilares determinando una coloración azulada; frialdad y equimosis; el paciente se halla tan débil que no puede respirar si no se lo abanica constantemente. Dice con voz entrecortada: ¡Abaníquenme! ¡Abaníquenme!” (Nash).
“Carbo vegetabilis puede ser usado en el colapso, por causas diversas. Hay una notable falta de calor vital, el cuerpo parece estar tan frío como el hielo, encontrándose la nariz, los carrillos, el mismo aliento y las extremidades frías; el pulso está filiforme, apenas perceptible, e intermitente; los labios pueden estar azulosos, cianóticos; la respiración es muy débil y superficial; pudiendo el enfermo estar consciente o inconsciente. Está indicado en los últimos estadios de la fiebre tifoidea; después de las pérdidas prolongadas de fluidos vitales, como en las hemorragias de larga duración; durante el cólera asiático; en la neumonía, y de hecho en cualquier enfermedad que presente estos síntomas” (Farrington).
“Carbo vegetabilis es un importante remedio para la debilidad que sigue a la pérdida de fluidos del cuerpo; esta incluye las hemorragias de cualquiera parte del cuerpo, prolongada lactancia, excesiva expectoración, diarrea profusa, excesiva indulgencia sexual y masturbación” (Pierce).
4. Frialdad de la piel: helada, por la noche. Frialdad externa con: colapso, desmayo, fiebre, dolor internamente (ardiente), congestión del pecho, respiración asmática, metrorragia. En escalofrío, frialdad glacial del cuerpo: con deseo de descubrirse, con aliento frío. Frialdad en: cara (y seca, durante la fiebre, durante la cefalea, en cólera asiático), nariz, oído, lengua, dientes, estómago (acompañado de dolor ardiente), el aliento (durante el escalofrío y la transpiración), pecho, espalda (región lumbar), genitales masculinos y femeninos, extremidades (durante la fiebre, con diarrea, manos, rodillas, piernas, pies helados). Sensación de frialdad en: cabeza (por acalorarse), boca (la lengua) y garganta interna. Por frialdad: debilidad, despertar, insomnio.
“El paciente de Carbo vegetabilis guarda relación estrecha con el material de donde proviene el medicamento: carbón vegetal. Materia que ha estado en combustión, ahora apagado y frío. Así es Carbo vegetabilis: ardiente por dentro, frío por fuera. Es un frío que encierra algo caliente. Si lo tocamos, está frío. Está frío su aliento, su boca, su lengua, su frente, su nariz, sus orejas, su estómago, sus rodillas, sus piernas desde los pies hasta las rodillas. Curiosamente no figura en frialdad en partes aisladas y debe agregarse. Está frío y con sudor frío, nariz afilada, pálido, parece un cadáver. El pulso es filiforme. Esto en el repertorio debe buscarse en “colapso”; todas las situaciones de shock, donde lo notable es el colapso del aparato circulatorio deben buscarse bajo este rubro: colapso” (Bronfman).
“A través del remedio está el ardor en las venas, en los capilares, en la cabeza, en la piel y en las partes inflamadas. Ardor interno y frialdad externa. El remedio tiene también frialdad; frialdad con circulación y corazón débil, frialdad helada. Manos y pies fríos y secos, o fríos húmedos. Rodillas, narices, orejas, lengua fría. Frialdad en el estómago con ardor, desvanecimientos; sudor frío en general, como en un colapso, el paciente parece un cadáver, y con toda esa frialdad él quiere estar ventilado” (Kent).
5. Deseo de ser abanicado: rápidamente, durante el calor febril, en la respiración dificultosa, en la tos, con falta de calor vital. Mejora por ser abanicado: dolor en occipucio, la respiración. Deseo de aire libre, de aire frío, y ambos le mejora.
“El deseo de ser abanicado es un llamativo síntoma clave característico de Carbo vegetabilis. Se manifiesta en particular durante los estados agudos (en un colapso o durante un estado disneico). Carbo vegetabilis no desea simplemente aire fresco, quiere un fuerte viento en la cara. Incluso puede referir que, si al viajar en coche le cuesta respirar, saca la cabeza fuera de la ventanilla. Si alguien abanica a un paciente Carbo vegetabilis, la ventilación debe ser muy rápida y enérgica. Es como si el paciente intentara inyectar oxígeno en el organismo” (Vithoulkas).
“La sensación de que deben ser abanicados, tan frecuente en Carbo vegetabilis en los estados próximos al colapso, no es el simple deseo de aire, si no que necesitan que se les sople. Hay sensación de inevitable sofocación y como se sienten demasiado débiles para hacer una inspiración franca, deben hacer algo que pueda, de manera semejante, introducir aire a los pulmones” (Pierce).
6. Hemorragia: pasiva, de sangre oscura, negra, amarronada, rojo brillante, pálida, tenue, acuosa, espesa, acre, ofensiva, no coagula. Hemorragia: cerebral, de los ojos, boca, lengua, encías (fácilmente, succionándolas, al limpiarlas), intestinos, del ano (durante y después de la defecación), de la vejiga, de los pulmones (después de supresión del flujo hemorroidal), en úlceras en piel, heridas (pequeñas), con debilidad. Después de la hemorragia: anemia, dolor de cabeza.
Es sanguinolento: secreciones mucosas, secreciones del ojo y del oído y de la garganta, saliva, expectoración, heces, orina, leucorrea, transpiración. Epistaxis: persistente, con picor, por sacudidas, por esfuerzo, sonándose la nariz, esforzándose en la defecación, por la noche, en alcohólicos, en viejos. Vómitos de sangre: después de suprimido flujo hemorroidal. Metrorragia: exudante, por atonía uterina, por placenta retenida, durante la menopausia. Equimosis.
“El remedio difícilmente provoca lo que podría llamarse un flujo de sangre borbotante activo, como la Belladonna, Ipeca, Aconitum, Secale y otros remedios similares, con los cuales el flujo se produce con violencia; el suyo es un flujo capilar pasivo a causa de la circulación débil que presenta. Mana sangre de las superficies inflamadas. Surge sangre negra de las úlceras. Sangran los pulmones, el útero, la vejiga. Vomita sangre. Las mujeres sufren este tipo de flujo de sangre; un pequeño flujo permanente, de modo que el período menstrual es prolongado. Hemorragia uterina después del parto, que debió ser detenida inmediatamente por la contracción de los vasos uterinos, contracción que falta por relajación de las partes. Así ocurre también después de una operación quirúrgica, como también ocurre en un simple rasguño de la piel, y en él la sangre es siempre venosa, y por lo tanto rojo oscura, porque las paredes arteriales se contraen bien” (Kent).
“Está indicado en las hemorragias de verdadero tipo asténico. De este modo lo prescribimos en la epistaxis cuando la cara está pálida, demacrada y casi hipocrática. La hemorragia se prolonga durante horas aún días enteros, siendo de color obscuro y más bien fluida; es probable que se presente en personas ancianas y más bien debilitadas, así como en el curso de la difteria. También tiene indicaciones en las hemorragias pulmonares, no sólo en las hemoptisis propiamente dichas, sino también en la broncorragia. En estos casos el enfermo es presa de gran ansiedad y, sin embargo, no parece tener inquietud; la ansiedad se evidencia por la expresión del rostro y los esfuerzos que el enfermo hace para respirar, pero no revela ninguna inquietud particular o agitación. Se queja de un dolor quemante en el pecho… Está indicado en la hemorragia uterina, trátese o no de una menorragia. En estos casos también son prominentes los dolores quemantes; ardor a través del sacro y en la parte inferior de la columna vertebral” (Farrington).
7. Trastornos durante la convalecencia, después de: enfermedades agotadoras, fiebre tifoidea, crup, escarlatina, inflamación de los pulmones, secreción del oído, oxígeno disminuido en sangre, traumatismos, quemaduras, esfuerzo. Trastornos por una enfermedad en niños nunca recuperados, trastornos crónicos.
“La esfera de acción de este remedio no está de ningún modo circunscrita los estados graves o debilitantes ligados a las enfermedades agudas. Para dar una idea de su empleo en las afecciones crónicas cuando está indicado por los síntomas, no puedo hacer nada mejor que citar un pasaje de Henry Guernsey: “Jamás se ha escrito una observación más verdadera que la que afirma que Carbo vegetabilis se adapta especialmente a individuos caquécticos cuyos poderes vitales están debilitados. Esta observación se vuelve particularmente evidente cuando se la considera a la luz de aquellos casos en que la enfermedad parece que se ha injertado en el organismo a causa de la influencia depresora de algún trastorno precedente (Psorinum). Así, por ejemplo, el paciente nos dice que sufre de asma desde que tuvo coqueluche en la infancia; que tiene dispepsia desde un exceso alcohólico cometido varios años antes; que nunca se sintió bien desde el momento en que llevó a cabo un gran esfuerzo (Rhus toxicodendron, Calcarea ostrearum); los efectos directos del esfuerzo ya no parecen ser el problema, pero todos sus malestares presentes aparecieron desde que aquél se produjo; que sufrió un traumatismo hace algunos años, del que, en la actualidad, no quedan rastros aparentes y, sin embargo, refiere sus trastornos presentes al momento en que tuvo lugar ese accidente; o también, estuvo afectado por una exposición al aire caliente y húmedo, y de esto provienen sus dolencias actuales”” (Nash).
“Es frecuente que en Carbo Vegetabilis la salud se vea afectada por el impacto de una enfermedad aguda (generalmente neumonía) o un accidente. La vitalidad global se ve disminuida desde que se produce un accidente; no siempre es Arnica el remedio adecuado para esta situación. Al estudiar uno de estos casos, podemos descubrir que apenas hay síntomas para prescribir otro remedio, pero sin embargo hay frialdad, debilidad e indiferencia emocional. Esto es suficiente para dar Carbo Vegetabilis. Si el paciente es caluroso y tiene buena vitalidad, pero sufre algún problema desde que experimentó un shock, no se debe dar Carbo vegetabilis” (Vithoulkas).
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Carbo vegetabilis por Lathoud
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